lunes, 27 de septiembre de 2010

Caminar despacio por las calles. I

" Caminar despacio por calles llenas de gente es un placer singular. Uno se ve envuelto por la celeridad de los otros, es como poder darse un baño durante un incendio. Pero mis queridos paisanos berlineses me dificultan hacerlo, incluso aunque uno se aparte amablemente de su camino. Siempre recibo miradas de desconfianza cuando intento "flanear"por entre los ocupados transeúntes. Me da la impresión de que me toman por un carterista.
Budapest, 2007© Johanna Lozoya
Las presurosas y enérgicas muchachas de la gran ciudad, con sus bocas permanentemente abiertas, manifiestan su enfado cuando mi mirada se posa en sus hombros que van surcando la calle o en sus mejillas que parecen flotar. Es como si tuvieran algún problema en ser observadas. Esta visión cinematográfica y ralentizada de inofensivo espectador las irrita. Quieren comprobar que no oculto ninguna aviesa intención.
"¡Que no, que no hay nada oculto!"Quiero mirar como lo hice la primera vez. Quiero volver a mirar la ciudad en la que vivo como lo hice la primera vez o encontrar la forma de volver a hacerlo...".

Franz Hessel, Spazieren in Berlin, 1929
...
"El flâneur no se pierde como en un laberinto, sino que adquiere el sentimiento de hacerse un solo ser con la ciudad. Al igual que aquel pintor chino que, según una leyenda budista, a fuerza de contemplar el paisaje que acababa de pintar, termina por perderse en él. Se diferencia del hombre apremiado pues carece de objetivo. Inquieta por su ociosidad. Todo el arte de Hessel - como el de Benjamin- obedece a esta capacidad de hacer instantáneas de las cosas. De las calles se queda tan pronto con los rostros de los transeúntes como con un organista berebere, como con el siniestro aspecto de un traspatio. Mientras que Benjamin transforma cada detalle en arquitectura - como las loggias evocadas en Infancia en Berlín - en alegorías, Hessel se ciñe mucho más a las atmósferas, a la realidad material de la ciudad: visiones de los talleres, de los obreros, del pueblo de Berlín en su diversidad. Lejos de soñar solo ante los monumentos, tiene empeño en hallar a aquellos que atestiguan acerca del pasado el presente, así como el futuro de la ciudad. Escucha su aliento, respira el perfume de las calles, oye latir su pulso. Describe las lentas metamorfosis de la ciudad: construcciones alrededor de Potsdamerplatz la desaparición de Scheuneln, el viejo barrio judío de Berlín con tanta poesía como melancolía."

 Jean-Michel Palmier

Franz Hessel, Paseos por Berlín, Madrid, Tecnos, 1997. ISBN 9789-76999-4881

No hay comentarios:

Publicar un comentario