Budapest, 2007© Johanna Lozoya |
"¡Que no, que no hay nada oculto!"Quiero mirar como lo hice la primera vez. Quiero volver a mirar la ciudad en la que vivo como lo hice la primera vez o encontrar la forma de volver a hacerlo...".
Franz Hessel, Spazieren in Berlin, 1929
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"El flâneur no se pierde como en un laberinto, sino que adquiere el sentimiento de hacerse un solo ser con la ciudad. Al igual que aquel pintor chino que, según una leyenda budista, a fuerza de contemplar el paisaje que acababa de pintar, termina por perderse en él. Se diferencia del hombre apremiado pues carece de objetivo. Inquieta por su ociosidad. Todo el arte de Hessel - como el de Benjamin- obedece a esta capacidad de hacer instantáneas de las cosas. De las calles se queda tan pronto con los rostros de los transeúntes como con un organista berebere, como con el siniestro aspecto de un traspatio. Mientras que Benjamin transforma cada detalle en arquitectura - como las loggias evocadas en Infancia en Berlín - en alegorías, Hessel se ciñe mucho más a las atmósferas, a la realidad material de la ciudad: visiones de los talleres, de los obreros, del pueblo de Berlín en su diversidad. Lejos de soñar solo ante los monumentos, tiene empeño en hallar a aquellos que atestiguan acerca del pasado el presente, así como el futuro de la ciudad. Escucha su aliento, respira el perfume de las calles, oye latir su pulso. Describe las lentas metamorfosis de la ciudad: construcciones alrededor de Potsdamerplatz la desaparición de Scheuneln, el viejo barrio judío de Berlín con tanta poesía como melancolía."
Jean-Michel Palmier
Franz Hessel, Paseos por Berlín, Madrid, Tecnos, 1997. ISBN 9789-76999-4881
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